Manifiesto Puta
Por Georgina Orellano
Nos quisieron aleccionar, avergonzarnos, hacernos sentir culpables, paralizarnos por el miedo, por la indignación, por la vergüenza, por la bronca y la rabia, hasta nos tiraron a la hoguera, nos prendieron fuego por Putas.
Fueron infinidad de veces, tantas que nos cuesta recordar cuando fue la primera vez.
Nos llamaron Putas por encarar a el chico que nos gustaba, Puta ante un NO, Puta por hacer uso del espacio público, Puta por haber tenido relaciones sexuales con varios chicos, Puta por pintarnos los labios de rojo, por calzarnos una minifalda e ir a bailar, Puta por no tener miedo, por disfrutar de nuestra sexualidad, Puta por abortar, Puta por no cumplir con las normas establecidas, esas que nos quieren dignas, esas que nos prefieren buenas.
¿Quiénes son las mujeres que tratan de descalificar detrás del insulto? ¿Por qué tanta resistencia en acallar esas voces, en tutelar esos cuerpos?
Si ‘Puta’ es la palabra que se utiliza como un insulto, es porque hay todo un colectivo de trabajadoras sexuales cuya actividad ejercida esta estigmatizada. No por nada a nadie se le ocurriría apelar a otro mercado laboral como un insulto.
¿Quiénes somos las Putas: Puta es la que sólo cobra por su sexo o Putas somos todas aquellas que nos salimos de las normas establecidas social y culturalmente?
Puta es la que disfruta su sexualidad libremente sin importar lo que piensen los demás de ella.
Puta es la que decide ligarse las trompas y renunciar así a la maternidad.
Puta es la que decide estudiar en vez de casarse y tener hijxs o quedarse dentro del hogar.
Puta es la que se rebela a que alguien la mande y la domine.
Puta la que se va de su casa en búsqueda de su emancipación.
Puta es la conflictiva, la que se pinta los labios de rojo, la que no busca amor, sólo pasarla bien.
Puta es la que se viste como se le dé la gana y sale a la calle a disputar el uso del espacio público.
Si Puta es la que se sale de las normas, entonces Putas somos TODAS.
Y esa rabia que nos invade cada vez que nos tratan de descalificarnos debemos hacerla propia, debemos darle un sentido de disputa, de apropiación. Apropiarnos de la injuria, del insulto, de la descalificación.
No podemos permitir que el patriarcado nos gane y siga avanzando en esta sociedad machista y patriarcal, no debemos ceder ante quien nos quiere ver humilladas y de rodillas.
Es una actitud de resistencia feminista sacarle la carga peyorativa, negativa y llenarla de reivindicación y orgullo.
Llámame Puta que ya no duele o duele pero menos que antes.
Grítame Puta y lejos de herirme, me sentirás plena, me verás entera.
Decime que parezco una Puta y te responderé que sí , que soy la más Puta de todas.
Ahora el estigma que antes me perseguía me pertenece, es tan mía como yo de ella, llámame Puta que ya no duele, decime Puta que es parte de mi identidad política.
Y una vez que me logré quitar la mochila de culpas que cargaba sobre mis espaldas, le di rienda suelta al deseo sin detenerme en lo que opinen lxs demás, porque aprendí a ser libre, porque Puta es la que cobra por su sexo pero también la que trata de vivir libremente en esta sociedad machista y patriarcal arriesgándose cada día.
Basta de regalar nuestra identidad, ya hemos regalado demasiado, nos reapropiamos de la injuria y del insulto. Sí somos TODAS Putas y a mucha honra y con mucho orgullo.