Yo también… me dignifico – Rosario Ortíz Magallón

Por Rosario Ortíz Magallón

A partir del #MeToo que las actrices norteamericanas colocaron en la entrega del Oscar para denunciar el hostigamiento sexual que han vivido para acceder a un trabajo, aunado a la denuncia por discriminación salarial, ellas pusieron en su país dos temas fundamentales que las mujeres vivimos en el mundo del trabajo.

Esto abrió un gran debate en los medios de comunicación y entre las mujeres, con respuestas diferenciadas dependiendo del país y la sociedad en la que estamos inmersas. Mientras en Estados Unidos los denunciados por acosadores sexuales con nombres y apellidos fueron inmediatamente despedidos, en nuestro país el #MeTooMx tuvo una respuesta contraria, la ofensiva de los medios y el debate fue poco esclarecedor de lo que se vive en el mundo el trabajo.

Todos y todas -periodistas, intelectuales y otras personas del medio de la cultura y las artes- reconocían el valor de las denunciantes; sin embargo, seguía el “pero”, y, tras de ello y de manera soslayada se levantaba una campaña de desprestigio y de revictimización de las denunciantes.

Pocos preguntaron, en entrevistas y artículos, cómo se organizaron, qué las animo a tomar una decisión de esta magnitud, se prepararon para responder una envestida de medios, qué medidas tomaron para proteger a las víctimas. La decisión de un músico de gran prestigio de suicidarse al encontrarse entre los denunciados fue el colofón de una situación personal. Esta decisión fue tomada como la punta de lanza para el desprestigio al movimiento por su determinación de poner un alto a la violencia laboral y sexual.

Participantes del Foro #MeTooMx realizado en la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México. Foto: CDHDF

El #MeTooMx significa un paso más de las mujeres democráticas y feministas de romper con los estereotipos y prejuicios machistas en el ámbito del trabajo, de poner un alto a la utilización del cuerpo de las mujeres para obtener un trabajo en la contratación, capacitación y permanencia, de hacer efectivo lo estipulado en el artículo 3 de la Ley Federal del Trabajo que dice: “El trabajo es un derecho y un deber sociales. No es artículo de comercio, exige respeto para las libertades y dignidad de quien lo presta y debe efectuarse en condiciones que aseguren la vida, la salud y un nivel económico decoroso para el trabajador y su familia, hay otros artículos que prohíben estas prácticas y que se sustentan en las normas internacional en esta materia ratificadas por el gobierno mexicano”.

Cabe recordar que hay organizaciones de trabajadoras sindicalizadas y de feministas que llevamos décadas realizando campañas para sensibilizar a funcionarios, patrones y sindicatos con el objetivo de erradicar la violencia laboral y sexual en las relaciones de trabajo, la necesidad de reconocer prácticas que atentan contra la dignidad de las trabajadoras y menoscaban otros derechos como el de la privacidad.

Ha sido la Ciudad de México la que ha dado los primeros pasos para colocar el tema de las violencias. En el primer gobierno electo en la ciudad, con el Ing. Cárdenas, la Subsecretaría de Trabajo y Previsión Social firmó el primer convenio con la Red de Mujeres Sindicalistas para impulsar la campaña contra el hostigamiento sexual que se denomino “Por un ambiente de trabajo sano y libre de hostigamiento sexual” y se creó la primera Subprocuraduría de Atención a la Trabajadora para que se atendieran de manera especializada las quejas por discriminación y hostigamiento sexual.

Se empezaba a construir la metodología para atender estos casos. De manera progresiva se ha ido avanzando, hoy muchas instituciones académicas, públicas y privadas han elaborado los protocolos para la prevención, erradicación y sanción contra la violencia laboral y sexual. La Suprema Corte de Justicia de la Nación emitió un documento llamado “Juzgar con perspectiva de género” convocando a todos y todas las impartidoras de justicia a asumir esta perspectiva para lograr una efectiva justicia para las mujeres.

Pareciera que, a pesar de estos avances, las denuncias de las trabajadoras de los medios y las artes enfrentaran una respuesta de doble moral: “¿Tienen razón, pero cómo acusar a los hombres sin pruebas?”, “Pero si ella mantuvo una relación afectiva”, “¡Pero utilizaron un lenguaje denostador, cómo se atreven!”

El mundo ha avanzado por las atrevidas, por las que a pesar del miedo no se paralizan y defienden su dicho. El Foro #MeTooMx realizado el 11 de abril en la CDHDF convocado por las organizadoras del #MeTooMx y mujeres ponentes expertas en la defensa de los derechos de las mujeres en los distintos ámbitos, así como el acuerdo final de lanzar una declaratoria emplazando a las autoridades de diferentes niveles a dar una respuesta son los primeros pasos para exigir a las autoridades impulsar una política pública que detenga y cambie una cultura machista violenta.

El silencio de las autoridades fue muy elocuente. Ser omisos es la actitud que desafortunadamente siempre asumen ante la violencia que vivimos las mujeres.

La respuesta que den las autoridades ante el emplazamiento del #MeTooMx dará la pauta para las medidas a seguir, el apoyo de un gran número de mujeres debe continuar, las mujeres denunciantes de los medios y de las artes se están enfrentando a grandes poderes económicos y políticos, no deben ni pueden seguir solas, se necesita de las redes de acompañamiento en todas las medidas que se vayan a tomar ya sean jurídicas, de movilizaciones o debates.

Estamos en 1 de mayo, donde miles de mujeres participamos cada vez más con nuestras propias demandas: trabajos dignos, reducción de la brecha salarial, acabar con la discriminación, la violencia laboral y el hostigamiento sexual.

Portemos una manta en apoyo al #MeTooMx, somos todas.

Hago una pregunta y la dejo a la reflexión, ¿las periodistas y las actrices se asumen como trabajadoras? Luchar contra la violencia es un paso para lograr otros derechos humanos y dignificar nuestro trabajo.