Sigue la marcha andando – Patria Jiménez

Por Patria Jiménez

La organización de la Primera Marcha del Orgullo Homosexual me imprimió una nueva forma de vida, el activismo.

Conocí a las y los más destacados activistas del movimiento. Pintábamos bardas convocando a la manifestación, repartíamos volantes hechos en rudimentarios esténciles; nos subíamos al transporte público a botear e invitar a tan insólita movilización con lo que dejábamos incrédulas expresiones en los rostros de los pasajeros.

Quiero contarles cómo fue la Primera Marcha del Orgullo Homosexual en la Ciudad de México.

Corría el año de 1979, último sábado de junio, a las 4:00 de la tarde. Después del desarrollo de todo el trabajo previo, entre propaganda y reuniones preparatorias, yo me esperaba una gran asistencia a la marcha. Estábamos listas.

Teníamos una gran manta que se encontraba enrollada junto con cartulinas, mensajes y banderas con el triángulo rosa, labris, folletos. Sosteníamos todo eso mientras esperábamos nerviosas/os a que se juntara la gente, pero según avanzaban los minutos, apenas si éramos un puñado de activistas ahí parados. Ni siquiera sumábamos el total de los que habían participado en las discusiones preparatorias, en donde sí, todo mundo había hecho gala de discursos, unos elocuentes, otros radicales, otros carentes de contenido, algunos incluyentes. ¡Ni siquiera estos camaradas llegaban!

Bueno, pero ahí estábamos algunas decenas de activistas; mujeres lesbianas, transexuales, los homosexuales, y por supuesto, ya entonces y para siempre, desde las aceras y los camellones, tras los autos estacionados, detrás de sus cámaras fotográficas, los “closeteros” o “banqueteros”.

Y llegó el momento. Ya pasaba de las 4:00 de la tarde y teníamos que empezar la movilización. Así que tomamos aire y procedimos a extender las mantas en el suelo para colocarles los palos y poder izarlas. En ese momento, de la nada, apareció un ejército de fotógrafos y camarógrafos que, literalmente, nos acribilló a flashazos, a todas nos regresó el alma al cuerpo y también la sonrisa: los medios de comunicación sí estaban atentos a aquel acontecimiento que marcaba el inicio de un “Movimiento de Liberación Sexual”.

De modo que levantamos banderas que, cual velas de Corsario, lanzaron sus primeras consignas, convirtiéndolas en balas de cañón, y derribaron para siempre el muro de silencio que se alzaba sobre nuestras existencias: No hay libertad política si no hay Libertad Sexual. Nadie será Libre hasta que Todxs seamos Libres. Alto a las razias, las calles también son nuestras. Liberación homosexual, Lesbianas presentes y activas y combatientes. Y venga y venga compañera que aquí se está formando para Ti una vida nueva.

Habíamos avanzado una cuadra por Reforma cuando se sumaron más personas al contingente, hasta sumar una centena.

No nos importó que la policía desviara el curso planeado de la marcha de llegar al Hemiciclo a Juárez, cuando ésta desvió el contingente hacia el Monumento a la Revolución. Intentando ocultarnos.

De ahí hasta ahora el júbilo y la luz afloraron. Salimos del oscuro túnel para empezar una nueva historia, la nuestra.

La lucha apenas empezaba y ésta había sido la primera batalla.

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